Con la llegada del verano en Europa se multiplican los rankings y recomendaciones sobre las “mejores playas”. Claro, el calor, según los pronósticos, volverá a batir récords y los pueblos junto al mar se convertirán, entonces, en el mejor refugio.

Con playas sobre el Mediterráneo y el Cantábrico, España es uno de los destinos favoritos de los amantes de la vida junto al mar. No es para menos, porque este país tiene 8.000 km de costa y está lleno de bulliciosas ciudades costeras y de tranquilos pueblos de pescadores.

Además de la Península, hay bellísimas calas de aguas azul turquesa escondidas entre bosques, como en las Islas Baleares, y playas casi vírgenes, en las Islas Canarias.

Con miles de horas de sol al año, muchas playas de España son el marco ideal para desconectarse y dejarse conquistar por la naturaleza. La cuestión está en descubrirlas.

La Costa Brava, en Cataluña, es una de las zonas turísticas más visitadas durante el verano porque abarca algunas de las playas más bonitas del país. En sus 200 km abarca pueblos como Lloret de Mar, la bahía de Roses y algunas de las calas mas bellas como Tossa de Mar, Torroella de Montgrí o Calella de Palafrugell.

Por otra parte, en Figueres, Cadaqués y Púbol late el recuerdo del pintor surrealista Salvador Dalí. Y en Girona, los escenarios de la serie Juego de Tronos. Cerca de Barcelona, Sitges es otro de los pueblos pintorescos que se llenan de turistas durante el verano.

Al sur de Cadaqués, National Geographic eligió al pueblo pesquero de Begur como uno de los más bonitos y tranquilos, ubicado en la parte meridional del Baix Empordá, cerca de la frontera con Francia. Aquí, las montañas se hunden en el mar Mediterráneo para fomar calas y playas ubicadas entre acantilados rocosos.

Los bosques de pinos llegan hasta la orilla y rodean el trazado urbano, ubicado a pocos kilómetros del mar. Begur está dominado por los restos de un castillo del siglo XV y también comprende casas señoriales construidas por “indianos”, comerciantes que hicieron su riqueza en América, durante la Conquista, y regresaron a España.

National Geographic destaca la cala de Sa Tuna y también dice que desde Begur se pueden visitar las calas del Racó, Illa Roja (playa nudista), Aiguablava y Cala Fornells.

“A unos cinco kilómetros del centro de Begur, Sa Tuna es un paraje de aguas cristalinas y turquesas, protegido naturalmente por un brazo de roca que la abraza, creando un refugio tranquilo al oleaje”, describe el sitio de viajes. Agrega que “llegar aquí implica un recorrido por una carretera que serpentea entre pinares, un preludio perfecto para la serenidad marina que espera al final. La cala está rodeada de pinos y casitas marineras que conservan todo el encanto de antaño”. En la cala hay, varadas, pequeñas embarcaciones desde la que se practica pesca de bajura.

Aunque Cala de Sa Tuna es una playa de grava (rocas molidas), algunos turistas la prefieren porque cuando vuelven a casa no llevan arena pegada al cuerpo. “El agua, limpia y transparente, invita tanto al relax de tumbona como a la aventura del esnórquel. Muchos optan por explorar esta geografía marina en kayak, aprovechando la calma del mar”, agrega el sitio.