Alonso Quijano, más conocido como Don Quijote, es el protagonista de la novela “Don Quijote de la Mancha”, escrita por Miguel de Cervantes Saavedra en el siglo XVII.

En esta gran obra de la literatura española se narran las aventuras de un hidalgo que decide convertirse en caballero andante para revivir la justicia y combatir la maldad en el mundo. Su influencia ha trascendido fronteras y generaciones, dejando una huella imborrable en la cultura y el arte.

En España, el legado de Don Quijote se manifiesta de diversas maneras, incluida la expresión artística. Un ejemplo de eso es la existencia de la pintura del Quijote más grande del mundo, situada en un pequeño pueblo español.

La obra artística más grande del Quijote se encuentra en el pueblo español Quintanar de la Orden, donde no solo se rinde homenaje a este personaje ingenioso, sino que también refuerza la profunda conexión entre la literatura y el arte de la cultura española, atrayendo a turistas y amantes de la literatura de todo el mundo.

Este pueblo está situado en la provincia de Toledo, en la comunidad autónoma de Castilla – La Mancha, España. Quintanar de la Orden es un lugar donde la historia, la cultura y la tradición se entrelazan, ofreciendo a los visitantes una experiencia auténtica de la vida manchega.

Desde lejos se puede ver claramente el enorme retrato de la musa de Alonso Quijano pintado en la fachada de un deteriorado edificio de siete pisos.

La pintura del Quijote más grande del mundo en Quintanar de la Orden fue realizada en 2014 gracias a la iniciativa “Construir un lugar mejor” (CULM), un proyecto financiado mediante una campaña de crowdfunding que recaudó 11.225 euros, con el objetivo de regenerar entornos urbanos.

Fue el artista chileno Inti Castro, junto con el pintor Antonio Laguna, quienes llevaron a cabo la obra. Inti creó el boceto inicial y Laguna se encargó de trasladarlo a la fachada, utilizando una grúa de 40 metros para alcanzar las alturas necesarias. La pintura se completó en ocho días y tuvo un impacto significativo en la comunidad local y en el turismo.

El mural se destaca por su tamaño y contenido simbólico. La obra utiliza una paleta vibrante y un estilo que combina el arte urbano contemporáneo con el simbolismo de la novela de Cervantes.

Acompañando a este mural, en el lado opuesto del edificio, se encuentra una pintura de Dulcinea, obra de Milu Correch, que completa la celebración visual de los personajes del Quijote.