Desde tiempos ancestrales, los agricultores han recurrido a las fases de la Luna para guiarse en la siembra y cultivo de sus plantas, convencidos de que el satélite natural influye en la productividad de sus cosechas.
Aunque la ciencia no ha demostrado de manera concluyente un efecto directo de la Luna sobre el crecimiento de las plantas o los animales, la creencia popular sostiene que las distintas fases lunares provocan cambios en su desarrollo.
En sitios como Kuia, se explica que muchos agricultores atribuyen a la Luna la capacidad de favorecer el crecimiento, la germinación y la fructificación de los cultivos. Por esta razón, siguen el calendario lunar con la esperanza de optimizar el rendimiento de sus cosechas.
Por ejemplo, la época ideal para plantar calabazas es a finales del invierno, y muchos agricultores procuran que esta tarea coincida con la fase lunar que consideran más propicia para asegurar un crecimiento vigoroso.
Según esta creencia la siembra debe hacerse cuando la luna este en cuarto creciente ya que durante esta fase aumenta la disponibilidad de luz, lo que favorece el crecimiento de hojas y raíces.
Además, durante esta fase lunar se cree que hay una mayor disponibilidad de agua subterránea, lo que permite a las plantas absorber más agua a través de sus raíces. Para maximizar esta ventaja, los agricultores recomiendan sembrar dos o tres días antes de la luna llena, lo que, según ellos, mejora la eficiencia en el crecimiento de las plantas.
Existen diferentes variedades de calabazas y son más fáciles de sembrar de lo que se cree aunque sus cuidados pueden resultar complicados.
Se puede sembrar calabazas de dos formas: en su ubicación definitiva o en semillero. A continuación el paso a paso de como hacerlo en semillero.
Otra forma de tener calabazas es plantando directamente las plantas. Para esto hay una serie de pasos.