Pregunta: ĀæcĆ³mo se explica que el consumo siga en baja y la actividad econĆ³mica no termine de arrancar, cuando la inflaciĆ³n retrocede y los salarios empiezan a ganarles a los precios? La respuesta nunca aparece en el discurso oficial, donde manda la consigna de evitar cualquier comentario que pueda embarrar el mensaje triunfal de una inflaciĆ³n que va camino de ser controlada.
La cuestiĆ³n asoma en las propias estadĆsticas del INDEC. Asoma imperfecta, compleja y funcional a interpretaciones diversas por lo general interesadas.
EstĆ” claro, para arrancar el ejercicio, que no todos los sueldos crecen parejo, a veces ni siquiera en niveles mĆnimamente parecidos. Y aun cuando se los agrupe en categorĆas, el resultado de compararlos con un mismo Ćndice de precios es una aproximaciĆ³n a la realidad muy aproximada.
En la estadĆstica del INDEC aparece lo que se llama Ćndice total de salarios, un combo que surge de dividir la estructura de ingresos del paĆs en tres grandes agrupamientos. Se lo suele cruzar con el Ćndice de precios para calcular si la inflaciĆ³n le estĆ” ganando a los sueldos o los sueldos a la inflaciĆ³n o tenemos el match normalmente desigual.
El problema es que los tres agrupamientos incluyen sueldos diferentes o muy diferentes y, por lo tanto, no valen lo mismo. Luego, las conclusiones hechas a las apuradas se parecen a una mezcla de peras con manzanas, de sandĆas con melones o de lo que venga para el caso.
Primeros en el combo figuran los salarios privados registrados, en blanco y con aportes previsionales. Acordados en paritarias y amparados por beneficios laborales y sociales son de los mĆ”s altos del sistema y, segĆŗn datos oficiales, alcanzan al 31% de los trabajadores, o sea, a unas 6 millones de personas.
En el medio aparecen los empleados pĆŗblicos, nacionales, provinciales y municipales, que suman poco mĆ”s de 3 millones y representan al 17% de los ocupados. Con aportes, coberturas sociales y paritarias, su situaciĆ³n relativa no difiere demasiado de la de los asalariados privados.
Finalmente, en el fondo de la tabla y en los mƔrgenes del sistema tenemos un enorme ejƩrcito de asalariados informales, sin aportes jubilatorios, con empleos precarios e inestables y siempre a tiro de despido. Incluidos cuentapropistas, suman cerca de 10 millones de trabajadores y el abarcan al 50% del mercado laboral.
Lo que sigue del ejercicio es un ordenamiento hecho en base a la evoluciĆ³n de los ingresos nominales que el INDEC informa para cada sector. Ya en zona digamos libertaria, toma el perĆodo que arranca a comienzos de diciembre de 2023, esto es, con devaluaciĆ³n incorporada, y termina en mayo con el Ćŗltimo registro oficial disponible.
Para los asalariados privados registrados, la cuenta dice aumento del 101,5% o, si se prefiere, sueldos que en valores nominales se duplicaron en seis meses. Nada mal, sĆ³lo en principio.
Siguen los empleados pĆŗblicos nacionales, provinciales y municipales con una mejora del 75,9%. Esto es, casi 26 puntos porcentuales menos que la acumulada por los privados registrados.
ĀæY quĆ© hay para los trabajadores no registrados? Hay un muy modesto aumento del 67,4% que en nĆŗmeros redondos quedĆ³ a holgados 34 puntos de quienes encabezan la tabla. Queda claro: en un lado aparecen unas 6 millones de personas y en el otro cerca de 10 millones.
Por fuera de cualidades, productividad y otras cuestiones que expliquen o ayuden a explicar semejantes diferencias aparece los rasgos fuertes de una estructura de ingresos desigual y fracturada. Y en algĆŗn sentido, la de una economĆa que hace rato dejĆ³ de crear empleo.
Ahora, los resultados de cruzar los salarios que corresponden a cada grupo con la inflaciĆ³n del 115,7% acumulada en los mismos seis meses. Cantan derrota de los sueldos en toda la cancha, pero no derrotas iguales ni siquiera semejantes: 14 puntos contra los privados de arriba, 40 sobre los estatales del medio y por Ćŗltimo 48,3 o casi la mitad de los ingresos para los casi 10 millones del fondo de la tabla.
Aun con las diferencias, aquĆ asoma nĆtida una buena explicaciĆ³n sobre la larga apatĆa del consumo y, de seguido, sobre la pieza clave que sostiene la actividad econĆ³mica. SegĆŗn el INDEC, el consumo privado retrocediĆ³ un 6,7% en el primer trimestre de 2024 respecto del mismo perĆodo de 2023.
Todo de este mundo nuestro de cada dĆa, a caballo del cuadro salarial corre una seguidilla de informes de consultoras y entidades empresarias donde la Ćŗnica diferencia pasa por la magnitud en que caen el consumo y las ventas.
Para junio 24 contra junio 25, tenemos 9,8% en la CĆ”mara Argentina de Comercio y Servicios; un 21,9% en el nivel general que se estira al 26,6% en alimentos y bebidas, segĆŗn la CAME, una entidad que agrupa a pequeƱos y medianos empresarios y un 17,2% en las provincias agregado al 12,5% nacional de acuerdo a las mediciones de Scentia en supermercados y autoservicios.
El informe de la CĆ”mara de Comercio agrega a este panorama el desplome de la masa de ingresos reales de las familias: de los $ 25,7 billones de julio del aƱo pasado a $ 17,7 billones en febrero de 2024. Puesta en nĆŗmeros redondos, eso equivale a una pĆ©rdida de poder adquisitivo del 30% en menos de un aƱo.
Siempre en plan vendedor de ilusiones, el ministro Luis Caputo acaba de sostener: āLa economĆa estĆ” empezando a crecerā. No dijo ni cuĆ”ndo ni cĆ³mo, ni por lo tanto despejĆ³ una duda que entretiene a consultoras y especialistas: Āæen que momento la recesiĆ³n tocarĆ” piso y la economĆa rebotarĆ” en serio y en continuado?
Lo Ćŗltimo del INDEC cuenta que la industria manufacturera acumula 13 meses consecutivos barranca abajo; 6 al hilo dice la construcciĆ³n y 7 el comercio mayorista y minorista. Entre los tres aportan un 30% al PBI y en la caĆda se llevan miles de empleos.
Esto es, una historia bien diferente a la que pregona Caputo y, al fin, la historia verdadera.