Las semillas de chía poseen propiedades que brindan numerosos beneficios para la salud, razón por la cual aparece en la lista de los considerados como superalimento. Sin embargo, es importante saber por qué no todas las personas puede consumirlas.

La chía es una semilla especialmente rica en ácidos grasos omega-3 de origen vegetal, pero además los aporta junto a ácidos grasos omega-6 en la proporción ideal para el organismo, resume MedlinePlus, la Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos.

También es una buena fuente de minerales como el calcio, el magnesio y el boro. Y cuenta con un alto contenido de fibra, tanto soluble como insoluble, clave para la saciedad y regular el tránsito intestinal.

Para poner en números la información, 30 gramos (unas dos cucharadas) puede contener hasta 12 gramos de fibra.

Su poderoso efecto antioxidante, beneficioso para la diabetes, colesterol o la hipertensión; así como sus propiedades antiinflamatorias y laxantes, entre otras, están respaldados por la evidencia científica, según estudios publicados en Journal of Food Science and Technology.

Pero como siempre, antes de iniciar un cambio en la alimentación, hay que consultar a un médico o nutricionista para que brinde el mejor diagnóstico y consejo profesional.

Pese a que ganó popularidad en los últimos años entre la comunidad que se volcó a la alimentación saludable, todavía hay quienes desconocen los beneficios que ofrecen las semillas de chía.

El portal de salud Cuerpo Mente desarrolla los más interesantes, entre los que se destacan los siguientes:

Las bondades de las semillas de chía se deben al elevado contenido en omega-3, un ácido graso esencial con propiedades antiinflamatorias, antitrombóticas y vasodilatadoras que ayuda a regular la presión arterial y el colesterol en sangre: disminuye las lipoproteínas LDL y aumenta las HDL.

Ayudan su elevado contenido en fibra y la presencia de beta-sitosteroles, unos compuestos de las plantas que resultan beneficiosos en enfermedades coronarias y frente al colesterol alto.

La chía ayuda a regular los niveles de azúcar en sangre en general, dado que la fibra captura parte de esos azúcares y los libera lentamente para que haya picos de glucosa e insulina en sangre.

La alta concentración de un tipo de fibra soluble que crece en contacto con el agua, hace que multipliquen por 10 su tamaño en el tracto digestivo y que presionen las paredes intestinales.

Así estimulan el peristaltismo o movimiento de los intestinos y mejoran el estreñimiento. Esos mucílagos (fibra) lubrican el tubo gastrointestinal, lo que facilita la expulsión de las heces.

Posee una alta concentración de fenoles, unos antioxidantes que frenan hasta el 70% de la actividad de los radicales libres. Su efecto apunta directamente a prevenir el envejecimiento prematuro de la piel y a reparar tejidos musculares.

Con solo 30 gramos de chía obtenemos el 20% de la cantidad de calcio recomendada, un mineral indispensable para mantener la masa y estructura ósea.

Como estas semillas llenan el estómago producen sensación de saciedad gracias a su gran capacidad de absorber líquidos. Y debido a su función respecto de los niveles de azúcar en sangre, es una aliada frente a la chance de antojos de dulces.

Según Beatriz Collado, vocal de Alimentación y Nutrición del Colegio Oficial de Farmacéuticos de Madrid, los alimentos pueden disminuir, retrasar, incrementar o acelerar la absorción de diferentes fármacos.

¿Qué quiere decir con ello? Que existen determinados alimentos que influyen en la absorción de los fármacos por diferentes mecanismos.

“Las interacciones entre los alimentos y medicamentos serán más importantes cuanto más estrecho sea el margen terapéutico del medicamento”, resalta la profesional de la salud al sitio Cuidate Plus.

En esa línea, las semillas de chía pueden alterar el efecto de la medicación por tres formas, lo que implica una especial precaución para aquellas personas que están tomando los siguientes tres grupos de remedios:

• Medicamentos la diabetes. Se recomienda a los pacientes diabéticos (en especial a los que recientemente comenzaron tratamientos con insulina y/o hipogluceminantes) que controlen la ingesta de semillas de chía, y que revisen bien los niveles de azúcar para evitar una posible hipoglucemia.

• Medicamentos para la presión arterial. Las semillas de chía funcionan de forma similar a “un inhibidor de la ECA natural”, como medicamentos recetados para la presión. Por ello, mucha chía en la dieta podría sumar el efecto del alimento y el medicamento, y bajar excesivamente la tensión, explican.

• Anticoagulantes o antiagregantes plaquetarios. Este alimento posee propiedades que pueden aumentar el riesgo de sangrado si se toman con fármacos anticoagulantes. “podrían interaccionar con la absorción de cualquier medicamento y quedar adherido en fibra, si bien por ello no se absorbe el medicamento a nivel intestinal”.