A menudo se considera que los gatos son distantes, independientes y caprichosos en sus afectos. Sin embargo, las investigaciones sugieren que también muestran signos de duelo después de la muerte de otra mascota en el mismo hogar, incluso cuando se trata del perro de la familia.

Algunos gatos tenían dificultades para dormir, dejaban de comer o hacían ruidos como maullidos. Otros se mostraban más necesitados con sus cuidadores o dejaban de jugar con sus juguetes favoritos, según informaron los dueños.

El equipo detrás del trabajo dijo que los hallazgos desafiaron la visión de que los gatos eran antisociales y sugirieron que la experiencia psicológica de la pérdida podría ser universal.

“Se involucraron menos en dormir, comer y jugar, y más en buscar la atención de los humanos y otras mascotas. O se esconden y pasan el tiempo solos y aparentemente buscando a sus compañeros perdidos”, escribieron investigadores de la Universidad de Oakland en Estados Unidos en su estudio, que fue publicado en Applied Animal Behaviour Science.

El duelo es un fenómeno bien establecido en el reino animal: los elefantes, los delfines y los chimpancés, por ejemplo, realizan comportamientos complejos, como cuidar el cuerpo de un compañero después de la muerte.

Un estudio reciente realizado por investigadores italianos sugirió que el fenómeno se extiende a los perros también, que muestran cambios de comportamiento cuando muere otro perro en la casa.

En tanto, según esta nueva investigación de la Universidad de Oakland, era menos obvio que un gato mostrara signos de duelo.

“Mientras que los perros, descendientes de animales de manada, podrían razonablemente responder con mayor fuerza a la muerte de un congénere, los gatos bajo cuidado humano se han adaptado a vivir entre congéneres y su capacidad para responder a la pérdida de un compañero justifica más estudios”, contaron los autores.

Para el estudio, los investigadores preguntaron a los cuidadores de más de 450 gatos que tenían otra mascota, ya sea un gato o un perro, que había muerto recientemente, sobre el comportamiento del gato vivo. En aproximadamente dos tercios de los casos, la mascota fallecida era otro gato y el resto, perros.

“A diferencia de los perros, tendemos a pensar que los gatos son distantes y no sociales”, le dijo al Times la profesora Jennifer Vonk, psicóloga comparativa y cognitiva de la Universidad de Oakland y coautora del trabajo.

Sin embargo, señaló que en la naturaleza los gatos tienden a agruparse y formar jerarquías. “Creo que los hemos estado caracterizando erróneamente”, agregó Vonk.

El estudio sugirió que los gatos se veían más profundamente afectados cuanto más tiempo vivían con su mascota, pero presenciar la muerte y la cantidad de mascotas en el hogar no tuvieron impacto.

“El tiempo que los animales de compañía pasaron juntos realizando actividades diarias predijo mayores conductas de duelo y miedo, mientras que las relaciones más positivas entre los animales sobrevivientes y los fallecidos predijeron disminuciones en el sueño, la comida y el juego”, señaló el estudio.

Si bien los resultados respaldan la idea de que los gatos sufren, una posibilidad alternativa es que los dueños estén proyectando su propio dolor sobre la mascota sobreviviente. “En consonancia con esta hipótesis, los cuidadores que experimentaron un mayor dolor tenían más probabilidades de informar que sus gatos sobrevivientes dormían más, pasaban más tiempo solos y se escondían después de la muerte”, cerraron.